La cola del cometa, por su parte, está hecha de polvo y gas, que se liberan cuando el Sol evapora la superficie del cometa. Hay millones de cometas, ubicados en regiones lejanas y frías del Sistema Solar, como el cinturón de Kuiper, un anillo de cuerpos helados situado fuera de la órbita de Neptuno.
Los asteroides, en cambio, son objetos hechos de roca y no de hielo, como los cometas. Son más pequeños que un planeta, pero más grandes que un meteoroide. La mayoría de asteroides del Sistema Solar están ubicados en el Cinturón de asteroides, entre Marte y Júpiter.
Cuando un asteroide o un cometa choca con otro, ambos cuerpos se fragmentan en piezas más pequeñas llamadas meteoroides. Cuando un meteoroide ingresa a la atmósfera terrestre, se convierte en un meteoro.
Los meteoros son los que protagonizan las deslumbrantes «lluvias de meteoros», y aunque no son estrellas, popularmente a los meteoros se les llaman «estrellas fugaces».
El haz de luz de los meteoros puede hacer que a veces se les confunda con cometas.
Finalmente, los meteoritos son meteoros que logran atravesar la atmósfera de la Tierra y caen como rocas en la superficie de nuestro planeta.
Según la NASA, diariamente sobre la Tierra caen unas cien toneladas de material interplanetario. La mayoría de ese material es polvo que se libera de los cometas.
La Oficina de las Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA, por su sigla en inglés) define una categoría de cuerpos espaciales llamada Objetos Cercanos a la Tierra (NEO, por su sigla en inglés).
Un asteroide o un cometa se considera un NEO cuando está a unos 50 millones de kilómetros de la órbita de la Tierra.
Como referencia, la Luna está a 384.400 km de la Tierra.
Hasta el 17 de diciembre de 2021, la NASA ha registrado casi 28.000 NEOS desde 1980. De ellos, 117 son cometas y el resto asteroides.
Entre ellos, 2.238 fueron clasificados como «Asteroides Potencialmente Peligrosos», ya que pasaron a unos 4,7 millones de km de la órbita de la Tierra y tenían un tamaño mayor a 140 metros.
Pero también, en un promedio de cada 10.000 años existe la posibilidad de que asteroides mayores de 100 metros puedan impactar sobre la Tierra y causar desastres a nivel local o generar olas que inunden áreas costeras.
La NASA también calcula que cada «varios cientos de miles de años», un asteroide mayor a un kilómetro podría golpear la Tierra.
Si eso sucede, los escombros se esparcirían a través de la atmósfera. Causarían lluvia ácida, se bloquearía parcialmente la luz del sol y las rocas volverían a caer en llamas sobre la Tierra.
Se calcula que el meteorito que causó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años tenía entre 10 km y 15 km de ancho.
La NASA afirma que «ningún asteroide conocido presenta un riesgo significativo de impacto con la Tierra durante los próximos 100 años».
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El riesgo más alto lo representa un asteroide llamado 2009 FD, que en el año 2185 tendrá menos de 0,2% de posibilidades de impactar el planeta.
Tanto la ESA como la NASA tienen oficinas de defensa planetaria dedicadas al monitoreo de NEOS.
La misión de esas oficinas es identificar y rastrear la trayectoria de objetos que puedan representar un riesgo para la Tierra, definir sus características, evaluar las consecuencias de un posible impacto, compartir las información con otras agencias y desarrollar métodos para desviar asteroides.
En noviembre, la NASA y la ESA lanzaron la primera misión que busca desviar un asteroide.
Se trata de la nave DART que tiene el objetivo de estrellarse con el asteroide Dimorphos y cambiar su rumbo.