‘Le daba arepa de desayuno, comida y cena’ La historia de Elsa, la madre y padre de sus hijos

Al entrar a su casa no se sienten los más de 30 años de lucha y esfuerzo. La sala habla de una mujer ordenada, disciplinada y que le gusta hacer las cosas bien. Además, se respira un ambiente de paz. Todo en su lugar, como puede, manteniendo sus logros de vida: sus hijos que ha criado sin ayuda alguna del progenitor.

Para Elsa María Pérez, de 56 años, la precariedad económica no fue obstáculo para desempeñarse como una madre que sus dos sus hijos, Carlos Emil y Elías Volquez, la definen como una guerrera ejemplar. Ahora tiene su casa propia que levantó trabajando casi con un solo brazo. Pero al principio no tan fácil.

Y es que la mujer que define la maternidad como algo “maravilloso”, mientras se encontraba trabajando en una casa de familia atendiendo a un niño hace casi 30 años, sufrió una caída al pisar un carrito de juguete que le provocó una fractura en tres partes en su codo izquierdo que tuvo que ser intervenida quirúrgicamente en dos ocasiones y la imposibilitó por varios meses de su vida laboral normal. En ese entonces su primer hijo tenía tres años de edad.

Tras varios meses inhabilitada, Elsa narra que, aunque físicamente no podía hacer nada, se mantuvo con su espíritu despierto y con las mismas ansias de seguir adelante. Recibió ayuda para su tratamiento y terapia de sus patronos y otras personas.

Con el paso de tiempo, se reactivó laboralmente. El dolor de la fractura no le impedía limpiar la casa donde se reintegró a trabajar. El suaper, dice, lo exprimía apoyado en una de sus rodillas, y así fue como al pasar los meses adquirió destreza con su brazo derecho hasta que tuvo una significativa mejoría en el codo malogrado.

Aunque ya no trabaja con las mismas fuerzas de hace 30 años, se ha mantenido vendiendo arepa, habichuelas con dulce, helados, carteras, zapatos, perfumes, cremas y ropa para el sustento de su familia.

Cuando a Elsa se le preguntó qué ha sido lo más extremo que ha hecho por sus hijos, contó que, dentro de las cosas más bizarras, las cuales ahora les provocan risa, aunque en ese tiempo no era tan agradable, fue verse en la necesidad de darle a sus hijos el mismo alimento tres veces al día y, en otras ocasiones, guardar la carne de la comida que le correspondía a ella en la casa de familia donde trabajaba para llevársela a sus vástagos.

«Yo tuve una ocasión que yo hacía arepa y le daba arepa de desayuno, de comida y cena. Y llegó una amiga, se llama Juana, y un día me solicitó para que fuera a ayudarla, yo estaba desempleada y Elías (el hijo menor) estaba de un año y pico. Y ella me dijo que fuera a cocinarle, a ayudarla porque el esposo tenía una red de colmados y ella tuvo que coger uno de los colmados porque se vio sin empleados para ese colmado. Yo me fui y había que cocinar para las 11:30 y me fui con mis hijos para que coman. Allá yo cocinaba. Era sólo para cocinar pero yo me sentía tan gradecida que yo le cocinaba, le limpiaba, le fregaba y le guardaba su casa impecable. Hartaba a mis hijos y comía yo», cuenta Elsa.

«En otra ocasión, yo tenía tanto miedo de que a Emil (el hijo mayor) se le fundiera el cerebro porque no podía darle carne; no había con qué comprarle. Pero del trabajo yo la entraba la mía, la mía en la cartera; la envolvía en un chin de papel de aluminio, la metía en la cartera y en la noche se la repartía.

En la noche cuando yo llegaba», narró la mujer que además tiene casi 10 años como pastora al frente de la iglesia Monte de los Olivos, en Villa Esperanza de Sabana Perdida, Santo Domingo Norte.

Sin embargo, añade, se siente agradecida de Dios porque sus manos han sido «la empresa y el motor para echar para adelante» con sus hijos.

No se arrepiente de ser madre
Aunque Elsa lleva casi toda su vida luchando para que sus hijos se superen en todos los órdenes de la vida, asegura que la experiencia de ser madre no le ha pesado.

Emil es el mayor de los hijos de Elsa. Desde pequeño se destacó en todo lo que emprendía.

Actualmente Emil, de 27 años, reside en México, donde estudió Negocios Internacionales y ganó una beca para viajar hacia Nueva York por el Modelo Dominicano de las Naciones Unidas.

Emil, que su madre lo describe como un niño que siempre ha sido meritorio, emprendió un negocio en México y es el CEO de EIBOL, una plataforma que ofrece una «gran curación» de oportunidades y herramientas educativas para estudiantes universitarios. Ahora busca abrirse campo y pasar a Estados Unidos para seguir emprendiendo en dicho sector.

Elsa cuenta que Emil duraba «horas y horas leyendo con velas», porque en ese tiempo no contaban con los recursos para un inversor ni planta eléctrica.

El joven se define: «Soy un profesional de los negocios con enfoque en el desarrollo y creación de nuevas oportunidades de negocio en el área comercial: Ventas, Servicio al Cliente y Mercadeo. Estoy enfocado en los resultados y siempre trato de hacer un esfuerzo adicional. Me apasiona todo lo que hago y siempre trato de encontrar soluciones a los problemas que encuentro«.

No me arrepiento. Me siento satisfecha de poder ejercer mi papel de madre con mucha altura. Si me tocara volver a ser madre también lo hiciera. A pesar de que todo lo que he pasado para mí es hermoso ser madre.

Y es hermoso saber enfrentar y hacer bien el papel de madre; porque los hijos, la Biblia dice que son herencia de Jehová, dado al cuidado de los padres los administremos. Entonces, no es sólo parirlo, cualquiera tiene un hijo. Pero no cualquiera enfrenta llevar ese hijo a ser alguien la vida, dijo la progenitora.

Hoy, Elsa exhibe con orgullo hasta dónde han llegado sus hijos. Emil, el mayor, es el resultado de intensos esfuerzo para que no sólo creciera y se desarrollara como un ser humano sano y con la calidad de vida que sus recursos le permitían, sino verlo ser un profesional.

Ahora, Elsa y sus hijos viven divorciado del estado en el que se encontraban hace 30 años. A base de esfuerzo y sacrificio, la dama hizo, además, dos apartamentos arriba de su casa que los rentó para poder ayudarse cuando ya las fuerzas no les den para más.

Mi mamá para mí es un ejemplo de abnegación, una persona con un corazón enorme que siempre está buscando ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. La mujer más luchadora que conozco y sobre todo con una gran visión. De ella aprendí a perseguir lo que quiero y a no rendirme por más duro que sea el camino», asegura Emil sobre su madre.

Elsa aprovechó la ocasión para hacer un llamado a las madres solteras, como ella, que no tienen de dónde agarrarse económicamente; que no dependen de una pareja que la pueda ayudar.

«Echen para adelante. Es fuerte, pero en el camino Dios le da a uno la fortaleza; Dios premia mucho el esfuerzo. No abandonen a sus hijos, no se amedrenten. Si Dios nos puso esa responsabilidad es porque podemos; luchen por sus hijos. Se puede», alentó la pastora a las madres de hoy que pasaron y que atravesando por la misma situación que ella pasó. Hoy


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