El emocionado abrazo en mitad de la pista de LeBron James y Anthony Davis a Lonnie Walker IV tras acabar el partido lo decía todo, era el perfecto resumen del sentimiento de los Lakers, un sentimiento de agradecimiento a un secundario que emergió en el momento oportuno.
Lonnie Walker anotó 15 puntos en el partido, todos ellos en el decisivo último cuarto tras estar en la pista durante 27 minutos en el cuarto partido de la serie que acabó con victoria de Lakers por 104-101 para ponerse 3-1 en la eliminatoria y dejar contra las cuerdas a unos Warriors a los que ahora solo les vale aferrarse al espíritu de 2016, cuando en las finales de conferencia remontaron un 3-1.
La historia de Walker IV con Darvin Ham y estos Lakers ha sido una secuencia de felicidades y tristezas, como las de otros muchos jugadores de este equipo. Empezó la temporada siendo una pieza sólida en la rotación de Ham, desapareció por completo de dicha rotación y recientemente emergió como los ojos del Guadiana, hasta vivir hoy su gran noche, la noche de su mayor reconocimiento desde que juega en la NBA, debido a la importancia del partido.
Lakers tuvo al frente del triunfo a sus dos grandes estrellas, que no fallaron. A LeBron James con 27 puntos, 10 rebotes y 6 asistencias y a Anthony Davis con 23 puntos y 15 rebotes, pero también contó con otra notable jornada de Austin Reaves, autor de 21 puntos.
Poco importó que D’Angelo Russell tuviera una de esas jornadas suyas en las que impacienta al más paciente, terminando con 1 de 10 en el tiro, que Jarred Vanderbilt siguiera empequeñeciendo su aportación al equipo con solo 11 minutos de juego o que Rui Hachimura ande lánguido tras un arranque de playoffs esplendoroso.
A Lakers le salieron las cuentas llevando la contraria a la dinámica de la NBA, anotando solo 6 triples en todo el partido con un bajo porcentaje de acierto.
Fueron otras las armas locales: la defensa, la buena definición del partido, la perfección desde los tiros libres… Y los Lakers siguen invictos como locales en esta postemporada, con Jack Nicholson de nuevo en su asiento de primera fila disfrutando de la fiesta a sus 86 años.
Darvin Ham, tan criticado a lo largo de la temporada, está haciendo ajustes precisos que benefician a su equipo en estos playoffs, mientras que Steve Kerr no es capaz de dar con la tecla y revoluciona día sí y día también su rotación hasta borrar el rastro real de la misma, salvo la certeza de que su núcleo de 4 mejores jugadores resulta intocable.
De ese núcleo, hoy no estuvieron bien ni Klay Thompson, muy gris en ataque, ni Draymond Green, insuficiente en su juego, mientras que Andrew Wiggins metió 17 puntos.
Y Stephen Curry se marcó el tercer triple-doble de su carrera en playoffs con 31 puntos, 10 rebotes y 14 asistencias en una noche irregular en el tiro que no pudo culminar bien porque no estuvo efectivo en los tiros finales, los de la resolución del encuentro.
Mientras, Gary Payton II fue titular e hizo 15 puntos. Kerr sacó a Kevon Looney como titular en el primer partido, a JaMychal Green de inicio en el segundo y en el tercero y a Payton II en el cuarto.
Jordan Poole ha desaparecido prácticamente del mapa (0 puntos en 10 minutos), JaMychal Green ha pasado de titular a jugar 2 minutos, Looney -no se sabe si sigue enfermo- ha visto reducida su presencia en pista de forma drástica cuando estaba haciendo unos formidables playoffs, Moses Moody ha visto incrementar su peso en la segunda unidad.
Un carajal de difícil definición, aunque Kerr tenga, obviamente, todo el crédito del mundo, porque nadie va a dudar a estas alturas de su condición de entrenador top.
Por fin se vivió un final igualado en la serie. Resultado de 94-94 a falta de 4 minutos, unos minutos que revelaron la importancia de Walker IV, la maravillosa doble acción de Anthony Davis defendiendo en el perímetro a Stephen Curry hasta forzarle a fallar 2 tiros muy importantes.
El mal gobierno en la ofensiva de Draymond Green dando un mal pase a Andrew Wiggins para perder un balón crucial y la desesperación de Stephen Curry intentando un pase a la desesperada desde el suelo, de espaldas, que terminó dirigiéndose al vacío, un balón con el que se fueron definitivamente las escasas opciones de su equipo para ganar el partido y una imagen que constató la frustración visitante.
El resto fue celebración en torno a Walker IV, con los pesos pesados de Lakers reconociendo su aportación al triunfo como factor X, un factor que pilló desprevenido a unos Warriors que se hallan en horas bajas a la espera de un milagro en forma de remontada.