-Maradona- Si Gimnasia y Esgrima La Plata es uno de esos equipos al que los dioses del fútbol suelen destratar -su único título de liga fue en 1930, el último año del amateurismo-, tampoco la llegada del último mesías argentino asoma como una garantía de ayuda divina.
O al menos de socorro inmediato: en su debut como entrenador, el nuevo equipo de Diego Armando Maradona perdió este domingo 1-2 ante Racing por la 6a fecha de la Superliga y siguió hundiéndose en el último puesto de la tabla de posiciones y en una zona casi irreversible en el promedio de los descensos. Para zafar de la pérdida de categoría, Gimnasia necesitará de los milagros que Maradona fabricaba como jugador.
“Me duele el alma”, dijo el entrenador en el viejo estadio del Bosque de La Plata, a 60 kilómetros de Buenos Aires, en el cierre de una jornada extraordinaria a pesar de la derrota de su equipo, con tribunas repletas y la presencia de estrellas históricas del fútbol argentino, como el ex delantero Claudio Paul Caniggia, amigo personal del entrenador.
En su eterno espiral de regresos -aunque nunca se vaya de manera definitiva-, Maradona volvió a dirigir a un club argentino por primera vez desde 1995, cuando justamente entrenó a Racing en una experiencia sin mucha fortuna durante la suspensión por doping que debió cumplir tras el Mundial de Estados Unidos 1994.
Si bien su foja de servicios como técnico no está a la altura de su magnetismo -viene de realizar una buena campaña en el Dorados de la Segunda mexicana pero sin haber ascendido a Primera-, Maradona dijo en los últimos años sentirse víctima de un complot para dirigir en su país. Gimnasia fue el primer equipo argentino que le ofreció trabajo.
Es muy posible que Maradona termine descendiendo. A la pésima recolección de puntos que arrastra Gimnasia en las últimas tres temporadas -la sumatoria que se toma en cuenta para los promedios- y a la regular calidad de su plantel, al equipo tampoco lo ayuda la suerte.
Este domingo no jugó un mal partido contra Racing, el campeón vigente de la Superliga, y al menos mereció el empate pero recibió uno de esos goles que sólo parecen encajar los equipos atravesados por la desdicha, cuando al arquero Alexis Martín Arias se le escurrió una pelota muy débil debajo del cuerpo. De nada sirvió el empate transitorio de Ariel García, festejado por Maradona en el banco de suplentes como su icónico grito ante Grecia, su último gol mundialista, en 1994. “No hay que llorar, hay que seguir trabajando”, se resignó el entrenador.
Aunque sólo un jugador de Gimnasia nació antes del 29 de junio de 1986, cuando se convirtó en estampita en el Mundial de México -el capitán, Lucas Licht-, el club platense pasó a orbitar en los últimos días alrededor del héroe de 1986.
Los hinchas asistieron al estadio con gigantografías de Diego en sus años más felices y hasta el propio Maradona decidió que Gimnasia jugara este domingo y los próximos partidos con su segunda camiseta, complemente azul -en vez de la tradicional blanca con una franja azul horizontal-, porque le recuerda a la que Argentina usó contra Inglaterra en su partido más emblemático de aquel Mundial. Salvo en el césped del campo de juego, Diego también evita cualquier tipo de verde, incluso en los botines de los jugadores.
“Pateá vos, Diego”, le gritó un hincha en medio del partido, antes de un tiro libre a favor de Gimnasia, en una muestra de cómo el populoso equipo platense -el histórico rival de Estudiantes, cuatro veces campeón de América- se aferra a Maradona como un náufrago a su última posibilidad de salvación.
Si el escritor mexicano Juan Villoro escribió que “Maradona logró hacernos creer que cualquier equipo habría sido campeón con él en punta en 1986”, los hinchas de Gimnasia se aferran a que su equipo sólo podrá evitar el descenso con el envión anímico de Maradona. Pero no será tan fácil: a su derrota de hoy le siguen dos partidos contra rivales superiores a Gimnasia, como Talleres y River.
Por lo pronto, las alegrías no llegaron a la tabla de posiciones: Gimnasia consiguió 4 mil socios nuevos en la última semana y hasta Racing, su rival del debut, sumó un sponsor para su camiseta gracias a la expectativa creada por Maradona.
Antes del partido, Diego -que caminó lentamente, pero sin ayuda de un carrito de golf, como se había especulado- posó junto a los 11 jugadores de su equipo en la típica foto antes de cada partido. Pero claro, después se separó de los futbolistas.