Cada vez que David Ortiz conectó uno de sus 541 cuadrangulares miraba hacia el cielo como manera de recordar a su madre, Ángela Rosa Arias, fallecida en un accidente de tránsito en enero del 2002.
“Cada vez que daba un jonrón miraba hacia el cielo, solamente dedicándole todo a mi mamá, porque mami lo era todo para mí. Te amo mami donde quiera que Dios te tenga”, exclamó Ortiz, mientras llegaba al borde de las lagrimas en su discurso de inducción al Salón de la Fama de Cooperstown.
El también conocido como el Big Papi habló sobre el ejemplo que le inculcaron tanto su madre como su padre Leo, acerca de sacrificarse para obtener lo mejor y de mantenerse enfocado en la educación.
Mi mamá y mi papá nos criaron con mucho esfuerzo, mi mamá era josiadora, trabajadora, incansable, que siempre quería darle a los hijos suyos lo mejor, igual que papi, siempre sin poder se fajaba conmigo y mis hermanas a meter mano como sea.
El primer juguete que me regaló fue un guante y un bate y el guante era para shortstop, no había guantes zurdos para ese tiempo. Se sacrificó mucho para darnos lo mejor y lo más importante siempre trató de enfocarnos en la educación.
Papi y mami salían y hacían lo imposible para que yo y mi hermana tuviéramos una vida mejor que ellos y eso se los agradeceré siempre en el alma, agregó la leyenda de los Medias Rojas de Boston.
Ortiz fue exaltado de manera oficial al Salón de la Fama de Cooperstown en la tarde de este domingo y su discurso, el cual realizó en inglés y español, le tomó unos 18 minutos con 58 segundos. listindiario
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