Tras conocerse la sentencia que enfrentará Joaquín “El Chapo” Guzmán, la pregunta ahora es si existe una prisión capaz de retenerlo el resto de sus días. Estados Unidos parece tener la respuesta a esto: ADX Florence, la cárcel más segura del país y la única con la etiqueta “Supermax”.
Se trata del Centro Penitenciario y Administrativo de Máxima Seguridad en Florence, Colorado, una prisión de supermáxima seguridad de EU (y del mundo) construida para desconectar a sus reclusos del mundo.
Hasta el momento nadie se ha escapado de esta prisión desde su apertura en 1994. “Está muy bien diseñada para su propósito, retener a los delincuentes más peligrosos del sistema penitenciario federal”, dijo a Reuters el profesor del John Jay College of Criminal Justice y excomisario del Departamento Correccional de la ciudad de Nueva York, Martin Horn.
El día a día de Guzmán Loera a partir de ahora será la soledad, ya que los reclusos de esta prisión permanecen por lo general confinados durante 23 horas al día en celdas solitarias de 2.1 por 3.6 metros.
Que cuentan con una pequeña ventana de poco más de un metro de alto que sólo permite la entrada de un poco de luz y está diseñada de tal forma que sólo se puede ver hacia el cielo, impidiendo que el ocupante pueda observar más allá del edificio.
Una fortaleza en el desierto
Las prisiones de máxima seguridad o «supermax» están diseñadas para recluir a largo plazo a los presos más peligrosos, considerados una gran amenaza para la seguridad pública.
La primera de estas prisiones en EE.UU. fue Alcatraz, en una isla de la bahía de San Francisco y cerrada definitivamente en 1963. La tercera fue ADX, abierta en 1994, la única a nivel federal que sigue activa.
Desde que «El Chapo» fue declarado en febrero culpable de enviar toneladas de cocaína a EE.UU. con asesinatos, violencia y sobornos, su defensa anticipaba que lo trasladarían a ADX.
Guzmán, de 62 años, se fugó dos veces de cárceles mexicanas de máxima seguridad —una de ellas por un túnel de kilómetro y medio en 2015— y el miércoles aludió a su próximo destino cuando dijo: «El gobierno de Estados Unidos va a enviarme a una prisión donde jamás van a escuchar mi nombre».
Ubicada en una zona remota y semiárida de Colorado, ADX tiene seis torres externas con guardias armados, más otras tantas de una penitenciaría vecina, y su perímetro es vigilado a cada instante por patrullas móviles.
Hood indicó que también hay cables de disuasión de helicópteros, para controlar intentos de aterrizaje cerca de la prisión, y están prohibidos los aviones no tripulados en el espacio aéreo.
Pero lo que hace a ADX un lugar especialmente duro es su interior.
Gritos por tuberías
«Dentro de ADX hay cientos de cámaras, puertas de seguridad electrónicas y procedimientos para controlar todos los aspectos de la prisión», sostuvo quien dirigió el penal entre 2002 y 2005.
Hay diferentes niveles de seguridad en el interior y el personal pasa lista de los prisioneros hasta siete veces al día.
«Los presos están en celdas individuales hasta 23 horas al día y reciben recreación en jaulas individuales. No existe una vista del terreno local, solo vistas del cielo», relató Hood.
Las celdas miden 3,5 metros de largo por dos metros de ancho. Tienen camas, escritorio, taburete y estante, pero todo esto está hecho de concreto, para evitar que puedan moverlo.
También hay un monitor de TV que transmite programas educativos y servicios religiosos. Las ventanas miden casi un metro de alto pero apenas 10 centímetros de ancho. Hay ducha, inodoro y lavabo.
«Lo que hacen algunos presos es gritar a través de las tuberías del lavabo en sus celdas y el de al lado puede escucharlo: a veces hablan así», dijo Deborah Golden, una abogada del Centro de Defensa de Derechos Humanos que ha visitado ADX en varias ocasiones, a BBC Mundo.