El Gobierno de China ha decidido prolongar hasta el 3 de febrero las vacaciones del Año Nuevo lunar, previstas en principio hasta el próximo jueves, día 30, para prevenir más contagios por el brote del coronavirus que de momento ha infectado ya a al menos 2.744 personas, de las que 80 han muerto.
Así, los chinos -que durante las vacaciones del también conocido como Festival de Primavera acuden a sus lugares de origen para celebrar las fiestas en familia- no deberán regresar a sus puestos de trabajo hasta el lunes de la semana que viene.
De este modo, las autoridades buscan ganar tiempo. Tiempo para que las familias se queden en sus hogares y se observen posibles síntomas, tiempo para desarrollar la vacuna que aseguran está en marcha y tiempo para poner en funcionamiento medidas adicionales de prevención y de control.
Y de paso, retrasar millones de viajes en transporte público, en un momento en el que evitar la propagación, que también se produce por contacto humano, es clave.
«La medida se ha tomado para reducir de manera efectiva las concentraciones de gente, bloquear la propagación de la epidemia y salvaguardar la seguridad y la salud de los chinos», aseguró la Oficina General del Consejo de Estado (el Ejecutivo chino) en un comunicado recogido por la agencia estatal de noticias Xinhua.
LAS CLASES, SUSPENDIDAS HASTA NUEVO AVISO
En ese mismo sentido va la decisión del área metropolitana más grande de China, Chongqing, con unos 30 millones de habitantes, de mantener en suspenso sus autobuses provinciales e interprovinciales, una medida similar a la ya adoptada por Pekín, Tianjin (noreste), Xian (centro), la provincia de Shandong (noreste) y Shanghái (este).
Además, las universidades, institutos, colegios y guarderías de todo el país «pospondrán la apertura del semestre de primavera hasta nuevo aviso», indicó el texto del Consejo de Estado.
Poco a poco, aunque no de manera declarada, el país asiático está quedando en suspenso, a la espera de cómo evoluciona la lucha contra la enfermedad, en una especie de cuarentena autoimpuesta.
Cerrados están los museos; limitados, los transportes; clausuradas, las atracciones turísticas y los cines; y suspendidas, algunas competiciones deportivas.
Varios ciudadanos chinos contaron a Efe que no salen de sus hogares y, los que han viajado fuera de su lugar de trabajo, no saben cómo regresarán, ni cuándo.
SIN VACACIONES
También, las autoridades detallaron que aquellos trabajadores que no hayan podido tomarse vacaciones debido a las medidas de prevención y control del brote podrán hacerlo en una fecha posterior.
Porque, en el extremo contrario, están los trabajadores de las empresas farmacéuticas como Genskey, en Tianjin, dedicada a la producción de material de diagnóstico médico como los 10.000 equipos de detección del coronavirus, bautizado temporalmente por la Organización Mundial de la Salud como 2019nCov.
La empresa dijo hoy que continúa con su producción constante y a pleno rendimiento.
En Shanghái, el gobierno local ha pedido a las compañías dedicadas a la prevención de enfermedades, como aquellas de equipos de protección o material sanitario que cancelen sus vacaciones y continúen con la producción.
Tanto en la «Perla de Oriente» como en otras ciudades chinas, las empresas del sector están volviendo a la actividad dada la situación, mientras que el Gobierno ha recurrido a material almacenado para las emergencias para poder satisfacer una demanda desmesurada.
Este domingo, el director de la Comisión Nacional de Sanidad de China, Ma Xiaowei, dio un ejemplo claro: cada día, en Wuhan, hacen falta 100.000 buzos de protección para el personal sanitario, de los que solo se estaban produciendo 13.000 diariamente en el país asiático.
VISITA OFICIAL A WUHAN
Mientras en otros casos el aislamiento es una elección derivada de las circunstancias, donde sí hay una cuarentena «de facto» es en más de una decena de ciudades de la provincia central de Hubei, entre ellas la capital, Wuhan, de unos 11 millones de habitantes y origen del brote.
Allí se ha desplazado este lunes el primer ministro chino, Li Keqiang, en un viaje para inspeccionar el dispositivo de prevención y control del nuevo coronavirus, y donde se reunió con médicos y pacientes.
«¡Animo, Wuhan!», deseó Li a los residentes de la ciudad frente a un supermercado local en un vídeo difundido por la prensa estatal.
En otros vídeos, se le puede ver dirigiéndose a los trabajadores que construyen contra reloj un hospital específico para la lucha contra el coronavirus y a empleados de los servicios sanitarios en un hospital de la ciudad, quienes desde el inicio del brote soportan jornadas maratonianas.