El papa Francisco ha respondido a las «dudas» de cinco cardenales conservadores sobre su postura en temas como las parejas homosexuales o el papel de la mujer en la Iglesia: «No podemos ser jueces que solo niegan».
Las preguntas del estadounidense Raymond Leo Burke, el alemán Walter Brandmüller, el mexicano Juan Sandoval Íñiguez, el guineano Robert Sarah y el chino Joseph Zen Ze-kiun se han filtrado a dos días de un Sínodo de Obispos que abordará esas cuestiones.
El pontífice argentino ha respondido a sus dudas en un documento datado este 25 de septiembre y firmado por él y por su nuevo prefecto para la Doctrina de la Fe, Víctor Manuel Fernández.
En una de sus dudas, los cardenales se preguntaban si la Iglesia podría aceptar como «un bien posible situaciones objetivamente pecaminosas como las uniones entre personas del mismo sexo».
Francisco aclara en su lengua, el español, que «la Iglesia tiene una concepción muy clara sobre el matrimonio», que es «una unión exclusiva, estable e indisoluble entre un varón y una mujer, naturalmente abierta a engendrar hijos» por lo que «evita todo tipo de rito o sacramental que pueda contradecir esta convicción y dar a entender que se reconoce como matrimonio algo que no lo es».
Pero, puntualiza, «en el trato con las personas no hay que perder la caridad pastoral, que debe atravesar -dice- todas nuestras decisiones y actitudes».
«La defensa de la verdad objetiva no es la única expresión de esa caridad, que también está hecha de amabilidad, de paciencia, de comprensión, de ternura, de aliento. Por consiguiente, no podemos constituirnos en jueces que solo niegan, rechazan, excluyen», aboga.
Francisco cree que «la prudencia pastoral debe discernir adecuadamente si hay formas de bendición, solicitadas por una o por varias personas, que no transmitan una concepción equivocada del matrimonio» porque, dijo, cuando se pide una bendición «se está expresando un pedido de auxilio a Dios».
«Si bien hay situaciones que desde el punto de vista objetivo no son moralmente aceptables, la misma caridad pastoral nos exige no tratar sin más de ‘pecadores’ a otras personas cuya culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores que influyen en la imputabilidad subjetiva», sostuvo.
Los cardenales también inquieren si aún es válida la carta apostólica de Juan Pablo II «Ordenatio Sacerdotalis» (1994) que negó la ordenación sacerdotal a mujeres.
Francisco respondió que cuando el santo polaco defendió «de modo definitivo» la «imposibilidad» de ordenar sacerdotisas, «no estaba menospreciando a las mujeres y otorgando un poder supremo a los varones».
Así, Juan Pablo II también sostuvo «claramente que si bien sólo el sacerdote preside la Eucaristía, las tareas ‘no dan lugar a la superioridad de los unos sobre los otros'», en su exhortación apostólica «Christifideles laici» (1988).
«Si esto no se comprende y no se sacan las consecuencias prácticas de estas distinciones, será difícil aceptar que el sacerdocio esté reservado solo a los varones y no podremos reconocer los derechos de las mujeres o la necesidad de que participen, de diversas maneras, en la conducción de la Iglesia», defiende Francisco.
Las preguntas de los cardenales, entre los que hay algunos notorios críticos a Francisco como Burke o Salah, se dan dos días antes del Sínodo de Obispos que debatirá, entre otras cosas, cómo acoger al colectivo LGBT o dar mayor presencia a las mujeres.
En esta importante asamblea no solo participarán prelados sino que el papa, con una decisión revolucionaria, permitirá votar a mujeres y laicos el documento final.
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