Serán eliminados los cargos de homicidio contra José Alba, trabajador de una bodega de Harlem (NYC), acusado de apuñalar fatalmente a un ex convicto que lo atacó detrás del mostrador, solicitó esta mañana el fiscal de Manhattan Alvin Bragg al juez que lleva el polémico caso.
Alba, empleado dominicano de 61 años, siempre alegó haber actuando en defensa propia cuando apuñaló a Austin Simon (35) dentro de la bodega “Blue Moon” la noche 1 de julio. Su detención causó polémica desde el principio, y comerciantes y el alcalde Eric Adams habían abogado por él, en medio de una polémica sobre la creciente inseguridad en las tiendas y bodegas de Nueva York.
Tras la pelea mortal, Alba fue enviado a Rikers Island, de donde pudo salir cinco días después, luego de que su fianza inicial fuese bajada de 250,000 a $50,000 dólares, cifra que pudo pagar su familia con ayuda de su jefe.
El alcalde Adams salió en defensa de Alba y dijo que estaba “haciendo su trabajo y alguien fue agresivamente detrás del mostrador para atacarlo”, recordó Daily News.
El enfrentamiento fue captado por dos cámaras separadas. Algo pueril escaló pronto hasta la violencia mortal: primero Alba se negó a que una cliente usara su tarjeta de beneficios para pagar una bolsa de papas fritas para su hija de 10 años. Molesta, la mujer llamó a Simon, su supuesto novio, quien agredió al empleado y en el enfrentamiento terminó fatalmente acuchillado. En respuesta, la adulta no identificada también apuñaló a Alba.
Las dramáticas imágenes mostraban a Alba intentando alejarse de Simon después de ser empujado, y luego clavando un cuchillo en su cuello y torso repetidamente mientras los dos luchaban entre sí.
Simon fue llevado al Harlem Hospital, donde lo declararon muerto, con heridas en el pecho y una en el cuello. Tenía arrestos previos, incluso por robo y asalto, y cumplió condena en una prisión estatal en 2016 por agredir a un oficial de policía. Fue el primero de dos homicidios a puñaladas registrados esa noche en la ciudad.
Alba rompió su silencio sobre el incidente la semana pasada y le dijo a la prensa que estaba profundamente arrepentido y lamentaba sus acciones. No es una situación nueva. En Nueva York, el interior y los alrededores de las bodegas son con frecuencia escenas de crímenes, tanto robos como homicidios.
La noche del domingo pasado, dos turistas madre e hija, visitantes de Texas, fueron alcanzadas por balas perdidas dentro de una bodega en El Bronx.
Hasta principios de julio se habían reportado 195 robos en bodegas de NYC en 2022, dijo la policía. A esas alturas de 2021 sólo se habían denunciado 75 atracos de ese tipo.
“Los números son aún más altos. Los números no se reportan”, advirtió Frank García, presidente de la Asociación Nacional de Cámaras de Comercio estatales (NASC).
Según él, algunos dueños no denuncian todos los crímenes porque han perdido la confianza en la policía y el sistema de justicia penal en Nueva York.
Los ataques son comunes a empleados, clientes y vecinos. En enero, una mujer y su perro pit bull murieron en un tiroteo dentro de una tienda de víveres en Brooklyn.
A fines de noviembre un joven de 18 años falleció tras ser baleado varias veces, siendo cliente de una bodega en Staten Island (NYC).
Y en octubre, un inmigrante empleado de una tienda murió apuñalado en East Harlem, en una aparente discusión por 50 centavos en el precio de un cigarrillo.