La ecosexualidad, que empezó en 2008 como una corriente artística que trataba de ensalzar y venerar al planeta Tierra como deidad de la fertilidad, ha acabado por convertirse en un movimiento activista ecológico y en una forma distinta de orientación sexual que cuenta cada vez con más seguidores en el mundo.
El término ‘ecosexual’ fue acuñado hace ocho años por los artistas estadounidenses Elizabeth Stephens y Annie Sprinkle del grupo Pony Express, que en 2010 redactaron el llamado ‘Manifiesto ecosexual’ en el que se explica quiénes son los ecosexuales y sus propósitos.
El término ‘ecosexual’ fue acuñado hace ocho años por los artistas estadounidenses Elizabeth Stephens y Annie Sprinkle del grupo Pony Express, que en 2010 redactaron el llamado ‘Manifiesto ecosexual’ en el que se explica quiénes son los ecosexuales y sus propósitos.
«Hacemos el amor con la Tierra. Somos acuófilos, terrófilos, pirófilos y aerófilos. Abrazamos sin pudor los árboles, masajeamos la tierra con nuestros pies, hablamos eróticamente con las plantas», señala uno de los puntos del manifiesto, que explica también su ideología naturista y ecologista. «Hacemos el amor con la Tierra a través de nuestros sentidos, celebramos nuestro punto-E. Somos muy guarros», señalan.
«A fin de crear una relación más mutualista y sostenible con la Tierra, colaboramos con la naturaleza», afirman los ecosexuales, subrayando que la ecosexualidad es una identidad y un compromiso para con la Tierra, a la que pretenden «amar, honrar y cuidar hasta la muerte». Detendremos la violación, el abuso y el envenenamiento de la Tierra», aseguran.
El movimiento ecosexual ha ido ganando fuerza y seguidores gracias, en gran parte, a la iniciativa del grupo artístico Pony Express llamada ‘Ecosexual Bathhouse’, organizada un año más desde el 1 hasta el 5 de noviembre en el marco del festival de arte experimenta de Sídney (Australia).
En el marco del festival el grupo de artistas invita a la gente a participar en una representación interactiva en la que pueden experimentar y realizar nuevas y distintas fantasías sexuales: desde besar plantas a acariciar una bañera repleta de césped y de tierra fértil, pasando por masturbarse debajo de una cascada o susurrar lascivamente a los árboles.
Los autores del ‘Manifiesto ecosexual’ sostienen que uno de sus pilares es el nudismo como vía apropiada para entrar en contacto con la naturaleza y recalcan que con su espectáculo buscan también «romper las barreras entre especies».
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