Frontera.- La Policía Nacional y Fronteriza de Haití tuvo que realizar varios disparos y lanzar bombas lacrimógenas para dispersar a la multitud, logrando poco después restablecer el control en el área.
Mientras los agentes de policía haitianos disparaban los gases lacrimógenos en el área del puente fronterizo, soldados del Cuerpo Especializado en Fronteriza Terrestre (Cesfront) mantenían el reforzamiento del lado dominicano.
Por otra parte, la agencia EFE publicó ayer que los haitianos prefieren ignorar las consecuencias del cierre fronterizo dispuesto por República Dominicana en represalia a la construcción de un canal de riego en el río Masacre, asumiendo sin quejas el desabastecimiento causado por la medida, que no les doblegará en su afán por terminar la obra.
Más de la mitad de lo que consumen los haitianos procede de República Dominicana, según cifras oficiales, que también muestran que Haití es el segundo socio comercial del país vecino.
Los productos de alimentación dominicanos son de los más demandados por Haití, que también precisa de medicinas y materiales de construcción (principalmente hierro y cemento), así que, desde el cierre, la carestía es evidente en los mercados públicos y en las mesas de los hogares haitianos.
Precios y contrabando
En el Mercado de Frutos, en el corazón de Pétion-ville, tiene un puesto Myriam Dorestant, una tendera a quien no le importa el cierre de la frontera, señaló a EFE, porque aunque “parte de las frutas vienen de República Dominicana, también producimos frutas en Haití”, aunque solo disponen de los productos de temporada, por eso hay escasez.
También se aprecia una subida de precios, ya que las bandas armadas que extorsionan a los transportistas les exigen “dinero extra para dejarles pasar”, y eso se acaba repercutiendo en el precio al que los comerciantes venden sus productos, afirmó Myriam.
Eliette Pierre aún consigue productos dominicanos a pesar del cierre de la frontera. “Nos las arreglamos para encontrar productos, aunque sean caros”, explicó a EFE, sin ambages.
Este comerciante vende salami, perritos calientes, carne y alitas de pollo procedentes de la República Dominicana y admite que el cierre de la frontera “está teniendo un impacto” en su negocio, pero “eso no es un problema”, para él lo importante es continuar y terminar el canal de riego, que definió como “un proyecto excelente”.
No importan las pérdidas “mientras participemos en un proyecto para nuestro bienestar. Los dominicanos tienen que dejar de tomarnos por tontos”, añadió, mientras atendía a los compradores.
La idea aquí es dar al presidente dominicano y a los dominicanos una lección de historia, recordarles de lo que son capaces los haitianos cuando unen sus fuerzas para luchar contra un enemigo común.
Como consecuencia, se está produciendo una revalorización sin precedentes de la producción local, explicó a EFE otra vendedora, Simone, cuyas frutas y verduras son de producción haitiana.
“Resistimos. No tenemos ningún problema”, dijo, convencida de que “el canal no se va a parar. El canal será nuestro. Nos beneficiará. Los extranjeros no te quieren. Lo único que hacen es explotarte”, agregó. El presidente dominicano, Luis Abinader, decretó el cierre de las fronteras con Haití desde el 15 de septiembre para forzar la paralización de los trabajos de toma de agua, aunque las medidas no han frenado el proyecto y, mientras, del lado dominicano comerciantes y productores sufren pérdidas millonarias por la falta de comercio con Haití, obligando al Gobierno a acudir en su auxilio.
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