Jordan Graham es una joven del interior de Estados Unidos y una católica convencida. Iba misa dos veces por semana y creía en conservar la virginidad hasta su casamiento. Entonces, una noche de Halloween conoció a Cody Johnson y sintió que se lo había mandado Jesús.
Todo iba bien en la pareja. Tuvieron sus primeras salidas y se juraron respetar la virginidad de la chica hasta la noche de bodas. Jordan siempre había soñado con un casamiento perfecto, solo deseaba que su esposo no estuviera incluido.
El arrepentimiento
Apenas unos días después de su boda, Jordan se aterrorizó de tener relaciones sexuales con su esposo y le envió un mensaje de texto a una amiga. “Tuve un colapso total. No sé si voy a poder seguir con esto”, escribió la joven. Se los veía llegar de la mano a la misa de los domingos. Estaban siempre juntos y Cody solía abrirle la puerta del auto a la salida de la Iglesia.
Sin embargo, después de su boda el 29 de junio de 2013, los amigos de la chica dijeron que Graham estaba cada vez más molesta. Lo que le causaba terror era tener sexo con su marido. No podía pasar esa barrera que le había impuesto Dios. O al menos ella creía eso tras sus años en la iglesia.
Una noche, solo ocho días después de la boda, Graham y Johnson hicieron una caminata por un acantilado en el Parque Nacional Glacier. Fue durante un viaje de fin de semana a la ciudad natal de Jordan, Kalispell, Montana. Allí visitaron a la familia de la chica y comieron carne asada. Los hombres se juntaron alrededor del fuego y mientras tomaban cerveza le preguntaban a Cody sobre la noche de bodas. El chico no supo que responder. Asintió en silencio.
Entonces, tras la excursión en las afueras del pueblo, Jordan sola. Al día siguiente la chica informó que su marido había desaparecido. “Salió con amigos y nunca volvió”, le explicó a la policía. Los oficiales comenzaron con la búsqueda.
Más de una semana después, con evidencia y presión en aumento, Graham finalmente admitió la verdad a la policía: había empujado a Cody Johnson por un precipicio de 60 metros. Estaba arrepentida y quería dejar de ser una mujer casada.
Jordan Linn Graham había nacido en agosto de 1991 y hasta su boda vivía con su familia en Kalispell, Montana. Su casa estaba muy cerca Parque Nacional Glacier, allí donde asesinó a Cody durante una caminata.
Graham provenía de una familia muy religiosa. La iglesia era central en la vida de Graham, y ella les contó a sus amigos sobre sus sueños de casarse y formar una familia.
“Quiero conocer a un buen chico, casarme. Quiero tener hijos y quiero ser ama de casa. Y solo atender a mi familia”, solía decir Jordan en las reuniones de domingo tras la salida de misa. El mismo sueño de muchas jóvenes de este pueblo del interior de Montana. Allí los hombres participaban en rodeos, trabajaban en el campo, se casaban jóvenes y tenían al menos un par de hijos.
Jordan y Cody se conocieron durante la fiesta de Halloween de 2011. Ella tenía un obvio disfraz de monja y el chico se había convertido en Freddy Krueger con el pullover a rayas rojo y negro. El joven californiano era fanático de los autos. “Durante mucho tiempo, Cody siempre hablaba de que quería tener una buena chica de la iglesia como pareja. Al conocer a Graham la ecuación le dio perfecta. Y se enamoró”, resumió uno de sus amigos cuando estalló el escándalo tras el crimen.
La relación de la pareja avanzó rápidamente y, en diciembre de 2012, Graham publicó una foto en Instagram en la que anunciaba su compromiso con Johnson. Enseguida comenzaron a planificar la boda que iba a tener todas las ceremonias religiosas. Hasta contrataron a la artista Elizabeth Shea para que compusiera una canción personalizada para el gran evento.
“Todos quieren un lugar seguro para caer, y tú eres mío/Me ayudaste a subir más alto para tener una mejor vista/Eres mi lugar seguro para caer/Nunca me dejas ir”. Una letra que tendría un significado cargado de horror apenas 8 días después de la ceremonia.
Tras el crimen, Shea habló con la CNN y no podía creer lo que había pasado: “Estaba emocionada cuando habló sobre la boda. Se ilusionaba con sorprender a Cody y se le iluminaban los ojos. Me parecía una reacción muy genuina, aunque todo indica que mentía”.
Durante la ceremonia, Cody estaba exultante por cumplir su sueño. Era el lugar donde quería estar. Por otra parte, Jordan entró a la iglesia del brazo de su papá y con lágrimas en los ojos. Muchos pensaron que eran de emoción. El futuro cercano le daría otro significado al llanto de la chica antes de llegar al altar.
Un día después de la boda y con el vestido blanco aún sobre una silla del dormitorio, Jordan les mandó un mensaje a sus amigos más cercanos. “¿Por qué diablos hice todo esto?”. Su entorno trató de tranquilizarla. Pensaba que era una reacción lógica ante un cambio fuerte en su vida.