El papa Francisco pidió hoy que se trate mejor a las suegras y a ellas les instó a no criticar, “a tener cuidado con su lengua”, en una nueva catequesis dedicada a los ancianos, durante la audiencia general celebrada en la plaza de San Pedro.
Francisco celebró hoy una nueva audiencia en San Pedro ante varios miles de fieles a los que saludó desde el papamóvil durante un recorrido entre los varios sectores de la plaza y apareció con visibles problemas a la hora de caminar debido a sus problemas de rodilla, que le han obligado a suspender algunos actos en su agenda.
En su catequesis, el papa explicó que existen “lugares comunes sobre vínculos de parentela creados por el matrimonio, sobre todo entre suegra y nuera” y pidió superar “los prejuicios más comunes”.
”Hoy en día la suegra es un personaje mítico, no digo que pensemos que son el diablo, pero siempre se dice que son malas. Pero son la madre de tu marido, de tu mujer”, recordó.
Y explicó que “son también madres, son ya mayores y una de las cosas más bonitas para las abuelas es ver a sus nietos. Es cierto que a veces son un poco especiales, pero han dado todo. Al menos hazlas felices, deja que lleven su vejez con felicidad”.
Y a las suegras les exhortó: “A vosotras, suegras, os digo: tened cuidado con vuestras lenguas. Es uno de los pecados de las suegras, la lengua”.
También explicó que “la juventud se revela capaz de dar de nuevo entusiasmo a la edad madura” y que” la vejez se descubre capaz de reabrir el futuro para la juventud herida” y ante ello insistió en la importancia de “una alianza de las generaciones”.
UN “PECADO GRAVE”
Francisco aseguró que es “un pecado grave” considerar a los ancianos “un desecho” y que hay que “protegerlos, honrarlos y darles dignidad” y no dejarles solos, durante la audiencia general de los miércoles que después de dos años por la pandemia regresó a celebrarse en la plaza de San Pedro.
Es “un pecado grave” considerar a los ancianos “un desecho” y que hay que “protegerlos, honrarlos y darles dignidad” y no dejarles solos. REUTERS/Guglielmo Mangiapane
El papa pidió a los padres que siempre acerquen a sus hijos a los ancianos, “incluso cuando estén enfermos o no muy bien de la cabeza” y que “si no hay otra posibilidad que llevarlos a las residencias” que se vaya siempre a visitarlos.
”Son el honor de nuestra civilización y los hijos a veces se olvidan de ello (…) Pensar que son un desperdicio es un pecado grave”, indicó Francisco.
Además, condenó “cuando la debilidad es reprochada, e incluso castigada, como si fuera una culpa. Cuando el desconcierto y la confusión se convierten en una apertura para la burla y la agresividad. Puede suceder incluso entre las paredes domésticas, en las residencias, como también en las oficinas o en los espacios abiertos de la ciudad”.
Y puso el ejemplo de algunos sucesos en los que chicos han quemado la manta que cubría a un vagabundo, “porque lo veían como un desecho humano” pero agregó que esto es sólo “la punta del iceberg, es decir, del desprecio por una vida que, lejos de las atracciones y de las pulsiones de la juventud, aparece ya como una vida de descarte”.
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