Para los líderes políticos todo sirve a sus propósitos. Cuando se lanzan a una campaña, todo se vale. No les importa retorcer cualquier realidad, cambiar la historia y concluir describiendo los que consideran sus aciertos y “virtudes” con hipórboles inimaginables.
Este comportamiento es el lugar común sobre todo en los dirigentes que ya han ejercido el poder. Nunca reconocen errores, solo propagan sus realizaciones mientras niegan cualquier reconocimiento o asentimiento a sus adversarios.
Leonel Fernández, ex presidente de la República en tres ocasiones, acaba de ofrecer unas declaraciones que son un buen ejemplo de esta egocéntrica percepción de ciertos políticos. Se presenta cual dechado de virtudes, como un magnífico líder que todo cuanto he hecho ha sido para engrandecer la democracia dominicana, por encima de los decimonónicos líderes que lo descubrieron y lo convirtieron en el prototipo de gobernante para conducir el país mientras le queden fuerzas para hacerlo.
Leonel Fernández quiere encarnar el pragmatismo derechista y conservador de Joaquín Balaguer, a veces con su visión maniqueísta de la sociedad dominicana, y otras pretendiendo aparecer como el heredero más legítimo de Juan Bosch.
Ahora es el líder del Partido Fuerza del Pueblo, surgido del Partido de los Trabajadores Dominicanos, originalmente fundado en 1980 por José González Espinosa y reforzado por Juan B. Mejía, y que entonces se definiera como una organización marxista y leninista. Está por verse el tipo de partido que Fernández está construyendo. En gran medida las bases y la historia del PTD, hoy FP, hasta la llegada de Fernández y los peledeístas que le siguieron se habían formado en la corriente maoísta dentro del marxismo. Aunque, a decir verdad, tras las alianzas del PTD con partidos del sistema, primero con el PRD y luego con el PLD, de convicciones marxistas y maoístas les queda poco a los del PTD-FP.
Ideológicamente ¿qué es el partido Fuerza del Pueblo? De derecha o de izquierda. Nadie lo sabe, aunque si los partidos se definen por el pensamiento de su líder, no habría lugar a dudas de que el pensamiento político del doctor Fernández ha venido acomodándose en la extrema derecha, tipo Santiago Abascal Conde, en España, o más a tono con su propia historia, el recién reiterado líder húngaro Viktor Orbán, quien también es abogado y político. Orbán es de los políticos que se cree indispensables e insustituíbles, y por quinta ocasión acaba de ser ratificado como primer ministro de Hungría.
Una cosa o la otra, habría que admitir que Leonel hace suya la enseñanza bíblica de ser manso como paloma y astuto como serpiente. Se mueve con facilidad en cualquier corriente de pensamiento, y que se adapta de acuerdo con el interlocutor.
Ahora utiliza los argumentos que en su contra se utilizaron cuando emprendió su primera campaña por la presidencia, sobre quién puede ser un líder y quién no.
Y que nadie olvide que fue Leonel Fernández quien desafió a Danilo Medina argumentado que el liderazgo no se traspasaba por voluntad propia de una persona a otra, sino que las personas tenían que ganarse el suyo, y que Danilo estaba desafiado a ganarse su propio liderazgo.
Luego de tres períodos como presidente de la República, Leonel Fernández siente que su partido está creciendo porque a su juicio la gente está disgustada con la inflación. Lo acaba de decir con estas expresiones:
“La Fuerza del Pueblo va creciendo constantemente, porque frente a esta alza de precios que está ocurriendo en todo, es el pollo, es la leche, son los plátanos, son los huevos, es la batata, es el ñame, esto no lo aguanta nadie, esto no lo aguanta nadie”.
Leonel se está dirigiendo a una masa de ignorantes que él dejó, de mal educados que él dejó, de gente sin criterio, que no sabe conceptualizar, de muertos de hambre que vienen arrastrando sus miserias desde antes que él llegara a la presidencia y gobernara durante 12 años, dejando las mismas miserias y tragedias en educación, en salud, en viviendas, en condiciones de vida de los dominicanos.
El doctor Fernández es autor de la tesis que plantea que en tiempos normales no se necesitan líderes, pero que en tiempos de crisis son los líderes los que tienen que dirigir:
“Para los que dirigen a su pueblo, los que dirigen naciones, las crisis no constituyen justificaciones del fracaso. La historia nos enseña que los grandes liderazgos se construyen en medio de grandes crisis. Cuando todo fluye de manera normal, no se requiere de grandes liderazgos, eso lo puede hacer cualquiera, los que trascienden son los que convierten las crisis en momentos de progreso y de avance para sus respectivos pueblos”.
La pregunta no puede ser más necesaria: ¿Cuál crisis manejó con acierto Leonel Fernández?
Entre el 2004 y el 2012, el período más largo de gobierno de Fernández, hubo una crisis jurídica y ética en el país, como consecuencia de los fraudes bancarios. Todo el mundo sabe de qué lado estuvo el doctor Fernández, y la presión internacional que sufrió el país para que los defraudadores pagaran con un castigo digno. En ese período se eliminó la inamovilidad de los jueces, y el jefe ético del gobierno era el principal defensor del defraudador insignia de ese proceso. Cuando el presidente Fernández retornó al Palacio Nacional en 2004 ya la economía había tomado el curso de la estabilidad.
Luego el país sufrió los efectos de una crisis como consecuencia de una debacle financiera en Estados Unidos, que afectó a resto del mundo, entre el 2008 y años siguientes, pero no fue una crisis en la llamada economía real, sino en el sector financiero. Todo el país conoce los proyectos que se fueron a pique como consecuencia de esa crisis, y la forma en que aquel fenómeno afectó el turismo dominicano. Pero el entonces presidente Fernández negaba la magnitud de esa crisis, aunque hoy hace alardes de cómo su gobierno supuestamente la enfrentó.
En la actualidad, después de mantenerse en un quehacer político relativamente discreto, ocupándose de construir su nuevo partido y continuar juramentando a los peledeístas que deciden seguirle, el expresidente Fernández se ha envalentonado, ha «sacado el pecho». Talvez porque de sus seguidores muy pocos, hasta el momento, han sido sometidos a la justicia vinculados a la corrupción que se enseñoreó en la administración del Estado en los gobiernos peledeístas entre 2004 y 2020.
Al presidente Luis Abinader no se le puede señalar por hechos de corrupción ni por proteger a corruptos, entonces se le quiere culpar por no resolver lo que ningún gobierno del mundo ha resuelto tras dos años de una crisis económica mundial generada por el cierre del comercio, las fábricas y los servicios. Y cuando el mundo empezaba a volver a la normalidad, estalló la presente crisis de suministro cuya génesis se atribuye a la guerra de Rusia y Ucrania.
Cuando muchos se cruzaron de brazos o negaban la realidad de la pandemia de COVID-19, el presidente Luis Abinader se empeñó en buscar las vacunas, mientras se subsidiaba a los sectores que más necesitaban del auxilio del Estado.
Ahora el Gobierno ha asumido con sacrificio los altos precios del petróleo y sus derivados, mientras lleva a cabo una política de subsidios para los sectores más pobres.
Nadie tiene una varita mágica que resuelva todos los problemas de un tirón. ¿Qué habría hecho Leonel en esas circunstancias? Nadie lo sabe, pero lo que se ha hecho ha dado resultados positivos.
Siempre será más fácil criticar y hacer oposición, a lo que tiene perfectamente derecho el expresidente Leonel Fernández. Y su meta está clara: convencer a la mayoría del pueblo dominicano de que asistimos a una grave crisis para la cual el presente gobierno no tiene solución y, por vía de consecuencia, se hace necesario recurrir al «líder» experimentado, cual mesías que vendría al rescate.
Deja un comentario