La buena alimentación que tuvo en su niñez y juventud, la poca ingesta de alcohol y especialmente su arraigada fe en Dios y la Virgen María, han sido los factores claves para que doña María Celestina Veloz Cruz llegara a sus 100 años de edad.
Doña María contó que se alimentó bien porque su papá le llevaba a la casa mucha carne de vaca y de cerdo, y leche, por lo que aseguró que creció con buena salud, aunque sostuvo que su familia siempre fue pobre.
“Yo comía bien, bebía mucha leche, yo comía de todo”, afirma. En cuanto al alcohol, señaló que solo tomaba “ponche” en diciembre para la Nochebuena, pero que bailó mucho, y todavía le gusta hacerlo, principalmente los merengues típicos.
Enfatiza que es una mujer cristiana, que todas las mañanas reza el santo rosario, asiste a misa con frecuencia, hace ensalmos para sanar enfermos, y ora a cada momento, incluyendo por el asfaltado de las calles del sector donde vive.
Comenta que quien le hace regalos recibe bendiciones de ella.
Lleva colgado un crucifijo en el cuello. “Lo mío es todo católico”, señaló.
Considera que Dios y la virgen María son los que saben el tiempo que va a seguir viviendo. “Estoy en las manos del Señor”, comentó.
Narró que para criar a sus hijos tuvo que lavar y planchar por paga y trabajar en parcelas cogiendo café y amarrando tabaco, porque su marido murió cuando su último hijo tenía un año de nacido.
La centenaria, que en septiembre cumpli-rá 101 años, vive en precarias condiciones en una humilde vivienda, techada de zinc, ubicada en el barrio La Fe, de Los Alcarrizos, en la provincia Santo Domingo, con un hijo y la familia de éste.
Alimentación
Veloz Cruz dice que ya no conserva el apetito de antes, pero expresó que le gusta la carne de res, el queso blanco, el casabe, tomar bebidas nutritivas y café. “A mi ninguna comida me hace daño”, refirió.
Casi no se enferma, pero dice que ahora le duele un oído, oye poco, y a veces le dan calambres en las manos y los pies.
Sin embargo, suele coser ropas interiores a manos, lavar, y calentar su leche. Camina sola por el sector, principalmente a la iglesia y reza en los novenarios de los difuntos.
La mayor preocupación de doña María es que no tiene seguro médico, porque se le venció el carné del plan subsidiado que tenía a través de su hijo Marino Rodríguez, con quien vive.
El seguro se lo suspendieron porque el hijo consiguió un trabajo en una compañía privada, y no pudo incluirla en ese plan contributivo, sino solo a su esposa e hijos.
Aunque ha hecho gestiones de inscribirla en el seguro subsidiado no lo ha logrado, debido a que no tiene la cédula nueva, ya que le exigen un acta de nacimiento certificada o una de matrimonio, y no han podido obtenerla porque no aparece en los libros de registro civil.
Crianza
Sostuvo que fue criada con respeto y con la disciplina de que, si alguien llegaba a la casa tenían que salir para no escuchar la conversación.
Alimentación
Veloz Cruz dice que ya no conserva el apetito de antes, pero expresó que le gusta la carne de res, el queso blanco, el casabe, tomar bebidas nutritivas y café. “A mi ninguna comida me hace daño”, refirió.
Casi no se enferma, pero dice que ahora le duele un oído, oye poco, y a veces le dan calambres en las manos y los pies.
Sin embargo, suele coser ropas interiores a manos, lavar, y calentar su leche. Camina sola por el sector, principalmente a la iglesia y reza en los novenarios de los difuntos.
La mayor preocupación de doña María es que no tiene seguro médico, porque se le venció el carné del plan subsidiado que tenía a través de su hijo Marino Rodríguez, con quien vive.
El seguro se lo suspendieron porque el hijo consiguió un trabajo en una compañía privada, y no pudo incluirla en ese plan contributivo, sino solo a su esposa e hijos.
Aunque ha hecho gestiones de inscribirla en el seguro subsidiado no lo ha logrado, debido a que no tiene la cédula nueva, ya que le exigen un acta de nacimiento certificada o una de matrimonio, y no han podido obtenerla porque no aparece en los libros de registro civil.
Crianza
Sostuvo que fue criada con respeto y con la disciplina de que, si alguien llegaba a la casa tenían que salir para no escuchar la conversación.