RD.- El pasado 24 de noviembre se convirtió en una fecha difícil de borrar para Gloria Antigua y su esposo. Con los resultados que dejan en República Dominicana los accidentes de tránsito, de verdad que no es fácil vivir para contarlo. Y mucho más el suyo, que en vez del vehículo en el que viajan recibir un golpe de una patana, fue golpeada dos veces.
Fue en El Pino, La Vega, que sucedió el hecho que todavía tiene a la protagonista de esta historia con los nervios de punta. Iban camino a Santiago, y en ese tramo ‘nos encontramos con un tapón por un accidente de cinco vehículos que recién había ocurrido, bajamos la velocidad y en cuestión de segundos una patana cargada de gasoil nos embistió y nos arrastró fuera de la carretera, íbamos dentro del vehículo dando vueltas en lo que se sintió como estar en una caja de metal arrastrada por algo enorme y metálico y luego el ‘bum’ otra vez, porque la patana nos volvía a dar de frente antes detenerse’. Lo relata y aún siente la sensación de miedo, impotencia o decepción por la poca ayuda que recibieron de la gente.
La parte delantera de su vehículo, una Ford Escape 2012, quedó aplastada debajo de la patana, “faltó muy poco para que la cabina de nosotros también quedara aplastada como había quedado la de atrás”.
Afortunadamente, pudieron salir solos porque nadie los ayudó. Por más socorro que pidieron, la gente estaba más pendiente del combustible derramado y los beneficios que podían sacar del accidente que de solidarizarse con la causa.
“Vivimos en Punta Cana. Mi esposo y yo habíamos planificado ir a Santiago el fin de semana después de Acción de Gracias para cambiar de ambiente y relajarnos. Teníamos una reserva en un hotel e íbamos entusiasmados decidiendo dónde almorzar ese día, todo transcurría bien, era un día soleado y decidimos detenernos en la parada Miguelina a bebernos un café y comer algo, nunca imaginamos que minutos después nos aguardaba un evento tan terrible”. Revive lo ocurrido.
Retomaron la autopista y fue cuando la patana los embistió. Luego de las vueltas que dieron: “De repente todo paró, yo no podía creer que estaba viva y tuve mucho temor de mirar a mi lado y encontrar a mi esposo en mal estado o peor aún, muerto. La cabina de la patana quedó casi encima de mí.
Vi cuando el chofer salía, le grité que me ayudara a sacar a mi esposo, que él tenía que ayudarme a sacarlo, pero él estaba pendiente al teléfono y le decía a alguien ‘se me jodió la vida, me fallaron los frenos’, pero la gente nos dijo que andaba a muy alta velocidad y para nosotros esa patana nunca frenó”. Tan asustada aún se encuentra Gloria que le ha costado contarle a su familia todo lo ocurrido.
Prosigue el relato. “Trepé una de las ventanas, y se me abrió la piel del tobillo con los cristales, mi cabeza sólo pensaba que teníamos que salir rápido de allí porque si era un combustible inflamable como la gasolina podía explotar todo en cualquier momento”.
La angustia se adueñaba de ella y la impotencia de no contar con ayuda hacía más difícil la situación.
“Gracias a Dios mi esposo pudo salir rápidamente porque parte del baúl se había abierto. Al salir, miramos hacia la carretera y nos dimos cuenta de que la cama de la patana había volteado un autobús con 30 pasajeros y chocado otros vehículos”. No lo podían creer.
Para la joven mercadóloga, fue como estar en una película de horror. “Nuestro vehículo desbaratado, la patana volteada botando gasoil, el olor a combustible en el aire, el autobús y varios vehículos chocados… era una pesadilla
. Yo sólo lloraba desconsolada con el tobillo ensangrentado y fue frustrante ver a la gente corriendo por todos lados con cubetas y galones para llenarlos de gasoil…”.
Esto la desalmaba y sólo la llevaba a pensar en que ellos hubiesen podido estar muertos en ese momento, y todos pendientes a otra cosa.