Eladio Guzmán pasó dos años en la cárcel por vender drogas ilegales, lejos de su familia y sin poder estar presente en el nacimiento de su primer hijo. La marihuana forma parte del turbulento pasado de este estadounidense de origen dominicano.
Sin embargo, después de que el estado de Nueva York legalizara la hierba, ésta podría ser su futuro: Eladio sueña con ser uno de los primeros en abrir una tienda de venta de marihuana para uso recreativo en el estado.
“Estuve en la cárcel, todos sufrimos”, dijo el instalador de tuberías de 44 años sentado junto a su esposa frente a la mesa del comedor de su casa de Long Island.
“Esta es una oportunidad para tomar lo negativo que hice y ayudarme a hacer algo positivo”. Su esposa Melissa Guzmán también vivió los efectos de la llamada “guerra contra las drogas”.
Cuando era pequeña presenció el arresto de su tío por vender estupefacientes, sufrió la década que éste pasó en la cárcel y después su deportación a República Dominicana.
Ahora que Nueva York ha aprobado las normas para solicitar una licencia para abrir un negocio de marihuana recreacional, los Guzmán esperan acceder pronto a una solicitud y abrir su tienda en el condado de Queens.
La pareja, que tiene tres hijos, habla a menudo de su futuro establecimiento, al que llamarían “Fumaoo”, dijeron.
La palabra, escrita como un grafiti de varios colores, cuelga de la cocina y el salón de la casa. Los Guzmán no creen que logren obtener una de las 100 primeras licencias que el estado reserva para gente con un historial criminal relacionado con la marihuana porque no cumplen algunos de los otros requisitos.
Por ejemplo, para calificar necesitarían que uno de los dos hubiera sido dueño de al menos el 10% de un negocio que generase ganancias durante al menos dos años.
Aun así, eso no les preocupa mucho porque se consideran solicitantes dentro de la categoría de “inclusión social” o pertenecientes a minorías y que, además, vivieron en carne propia la criminalización de la venta de marihuana.
El estado de Nueva York ha dicho que quiere compensar a estas personas -en su mayoría hispanas o afroamericanas- garantizándoles un lugar en el mercado de venta de marihuana. Melissa Moore, de la Drug Policy Alliance, un grupo a favor de la legalización de la marihuana, opinó que Nueva York está intentando de forma genuina cumplir con esos propósitos de “reparación”.
“Creo que es un importante primer paso: dejar claro que la gente que fue criminalizada por el cannabis en el pasado pueda participar en el mercado de Nueva York”, dijo Moore, “especialmente considerando que en otros estados se les ha prohibido acceder a empleos en algunos casos y ciertamente se les ha prohibido ser dueños de tiendas”.
Los Guzmán se han unido a la Latino Cannabis Association (Asociación Latina del Cannabis) y viajan a menudo a ciudades con tiendas que venden marihuana para fines recreativos con el objetivo de aprender cómo funciona el negocio. Acuden también a conferencias y foros sobre la industria del cannabis.
El sistema judicial estadounidense ha puesto en prisión durante décadas a una cifra desproporcionada de hispanos y afroamericanos por delitos relacionados con las drogas. Funcionarios en Nueva York han dicho que quieren ser un estado pionero en reparar esa injusticia.
Jeffrey García, presidente de la Asociación Latina del Cannabis, cree que esa es una buena política. García está intentando encontrar a hispanos con recursos interesados en invertir en el sector.
“Estamos intentando asegurar que encontramos a solicitantes que representan inclusión social, latinos que entienden nuestra visión de comunidad y de ayudar a nuestra comunidad y de generar riqueza generacional”, dijo García.
Eladio creció en un barrio pobre de Brooklyn en el que su padre, nacido en República Dominicana, manejaba una pequeña tienda de comestibles.
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