Se acabó el reinado de terror del ‘probó’ de La Victoria

RD.- El respetado coro­nel José Rafael de los San­tos, el nuevo comandante de la Penitenciaría Nacio­nal de la Victoria, retum­baba entre las vetustas pa­redes del recinto.

Y es que este había reunido allí, en el patio, a los reclusos pa­ra hacer su presentación, seguido de una punzante entrada al grano: “En es­ta prisión, él único que le puede romper los huevos (a ustedes) soy yo”.

Primero, la declaración fue para advertir del fin del reinado de los prebos­tes en esa penitenciaria, una figura encargada de facto de imponer la disci­plina y aplicar los castigos a aquellos presos conside­rados rebeldes o irreve­rentes.

Parecía estar muy ensa­ñado con el perverso per­sonaje del preboste, hasta que lo aplastó con esta ful­minante medida: “Si aquí hay algún ‘probó’, queda destituido de su cargo”.

Y en menos de un segun­do, enseñó su látigo: “Hay un nuevo ‘probó’, seguido de una pregunta que no dio tiempo a respirar: “¿Ustedes saben quién es? El único ‘pro­bó’ aquí seré yo”. El mensaje parecía dejar claro que, des­de ese momento, el repre­sentaba la autoridad y la ley.

Sin un dejo de vergüen­za, este oficial de policía, nacido en Villa Consuelo y criado en Cristo Rey, mostró cicatrices en su rostro, re­sultado de sus aventuras a través de discotecas y otros lugares, durante su vida de civil.

Qué significa, qué hace
El preboste (probó, por descomposición del habla popular) es un tipo funesto, cruel, un desalmado. De na­da le importaría estrangu­larte, majarte a palos, aho­garte en tu propia saliva… y hasta en tu propia sangre.

Rodeado por los barrotes de metal de la celda don­de hayas terminado, sin es­capatoria, el preboste es tu amo y señor, un rufián que controla tus actos y roba tus derechos, el único compe­tente para romperte allí los “huevos”.

Por lo que se entiende, “romper los huevos” signi­fica, básicamente, en voz popular, “molestar, insistir de manera molesta, can­sar, hartar a alguien”, aun­que en el código del pre­boste implica crueldad, castigar con una paliza, o bien acabar con la vida de alguien.

En las cárceles domini­canas, intercede en peleas, administra privilegios, con­siente delitos y crímenes, tortura, despoja de perte­nencias, humilla, chantajea, viola y aplasta las emocio­nes de los presos más ende­bles, y los recién llegados.

Es un criminal con man­do, un protegido de au­toridades. Tiene habita­ción cómoda, porta armas blancas y de fuego, celu­lares y tiene protección de otros reos. Domina las celdas, controla venta de drogas, comida, renta es­pacios, prestamista, tie­ne paso de mujeres y has­ta cómplice de ordenes de crimen, dentro y fuera de la prisión.

El preboste es “el león”, el preso más “guapo” en­tre el resto, listo para lo que sea, a fin de ganarse el respeto y la dominación allá adentro.

Esa autoridad de facto otorgada al preboste en lo que permite que este tipo le “rompa los huevos” a cual­quiera en una prisión, pe­ro ya el nuevo comandante advirtió de quien es el úni­co “probó” de la peniten­ciaría.

El coronel De los Santos no dejaba enfriar el tema y mientras más firme ha­cia su advertencia, era in­terrumpido por aplausos y gritos de muchos reclusos.

“Ustedes no van a tra­bajar con un ‘popi’, uste­des van a trabajar con un ‘wawawa’”, dijo, mientras terminaba su presentación.

Según un trabajo publi­cado por Enrique Medina el 31 de mayo de 2019, en Listín Diario, este anota que ‘Popi’ es un tipo acomodado de clase media, mientras un ‘wawawa’ es un joven hu­milde de barrio.

Estos cambios han lle­gado después de que un comando oficial armado compuesto de más de mil agentes de la Policía y fuer­zas militares expertas en estos operativos tomó ayer control de la Penitenciaría Nacional de La Victoria, pa­ra poner fin a una serie de irregularidades que han trastornado las operacio­nes y la seguridad en ese establecimiento carcelario.


La acción fue ejecutada tan pronto se consumó la destitución del alcaide de ese recinto carcelario, la re­moción de su personal ad­ministrativo y la dotación policial que lo tiene bajo cus­todia.

DATOS CLAVE
Papel del director.
A pesar de que la ley autoriza al director del establecimiento carce­lario la aplicación de las medidas disciplinarias, han sido los prebostes quienes siempre las han ejecutado, con violen­cia, mientras el artícu­lo 5 establece que los reclusos “no podrán ser objeto de torturas, mal­tratos, vejaciones o hu­millaciones de ninguna especie…”

Violación de la ley.
La figura del prebos­te viola la ley 224 del Régimen Penitenciario, que en su artículo 46, sobre la disciplina, dice que “solamente podrán imponerse, como san­ciones, las medidas dis­ciplinarias siguientes: amonestación, priva­ción de visitas o corres­pondencias hasta por 30 días, encierro en su cel­da o en celda de castigo hasta por 30 días, trasla­do temporal por no más de 60 días, y privación de otros privilegios.


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