Entre llanto y pedido de justicia, fueron sepultados esta mañana en el cementerio de Hato Nuevo, Manoguayabo, los restos de la niña de ascendencia haitiana Julissa Contreras, de dos años de edad, cuyo cuerpecito fue hallado con signos de haber sido violada y estrangulada próximo a su residencia en el sector Palavé del mismo municipio.
Familiares y vecinos de la víctima acusan del hecho a un vecino conocido como “Farry”, quien según dicen actuó de forma extraña al enterarse del hallazgo y luego huyó del lugar junto con su esposa e hijos, dejando su vivienda abandonada.
Narran que “Farry” fue apresado para fines de investigación, pero dejado en libertad.
Dicen que extrañamente, a pesar de haber sido vecino de los padres por años y de existir confianza entre ambas familias, este en ningún momento ha hablado con los progenitores de la infante ultimada y por el contrario nadie sabe de su paradero.
Junior Contreras, padre de la niña, dice que el cadáver de Julissa fue encontrado próximo a un pozo séptico en construcción, que tiene detrás de su casa Farry, donde la niña iba todos los días a jugar con las hijas de este, con edades similares.
Contreras sostiene que el miércoles, cuando ocurrió el crimen, la infante se había quedado sola con su hermana de ocho años y al cuidado de un familiar que vive próximo, puesto que él debía acudir a su trabajo en un departamento de aseo del Ayuntamiento de Santo Domingo Norte.
Y su esposa, Hilda Paniagua, madre de la menor, estaba en Haití desde el lunes, porque su padre está en estado de gravedad por una situación de salud que padece.
Las muestras de dolor son evidentes en la humilde vivienda de los padres de la niña, en la que este viernes se encuentran decenas de personas del barrio conocido como Reparto Omsa, que se confunden entre familiares y vecinos que han acudido a ofrecer condolencias.
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